Radioteatro
(Cuento, 3ªparte)
La obradebía continuar, pero no sabíamos cómo.
Teníamos quebuscarle a Rosendo un rival digno y era muy poco(como de costumbre) lo que senos ocurría.
—¿ Y si lo enfrentamos a una banda de piratas del asfalto?
—Pero aquí no tenemos asfalto. Le respondí.
— Sí, tenés razón. Me contestó el Turco.
Muchasveces la casualidad juega en contra, otras veces a favor. Aquella oportunidadjugó para nosotros.
Varioschicos de la zona repentinamente comenzaron a enfermarse y los médicos noencontraban la causa, la razón sanitaria como para realizar un diagnostico acertado. Alguien hizo circular el rumorque por la zona andaba una “ñacaniná’’.
Dice elimaginario popular que esta culebra, cuando se desplaza por el campo, puedepercibir en que rancho o casas hay un lactante. Cuando lo descubre, por las nochesse introduce en ese lugar y se acerca al lecho donde se encuentra durmiendo lamadre y comienza a mamarle los senos al tiempo que coloca la punta de su colaen la boca del chico para distraerlo.
Cuando esoocurre muy seguido, según cuenta el imaginario popular, los bebés comienzan aenfermarse, a perder peso, llegando, muchas veces, a poner en riesgo la vidadel infante.
Nosotrosdespués de estudiar con profundidad el caso dijimos:
—Ahí está el enemigo que estamos buscando.
Ese mismodía el Turco tomó el micrófono y con tono elocuente se dirigió a los oyentes.
—Sabemos que una amenaza se cierne sobre el pueblo, queun peligro acecha a los niños de San Antonio que, una culebra de ocho metros delargo, anda por ahí, sembrando el pánico. Pero nosotros le decimos al criaturaje que no tenganmiedo.
A las madresles pedimos que no pierdan la fe, porque contamos con la ayuda de RosendoPereira Achaval. Él saldrá a buscar a esa bicha, no importa si tiene ocho, diezo quince metros, Rosendo no mide los peligros ¡Los enfrenta! Y estamos encondición de asegurarles que no volverá hasta acabar con ella. Porque, paraRosendo Pereira Achaval, los chicos de hoy serán los hombres del mañana, lareserva física y moral de nuestraNación y ¡Rosendo se va jugar el cuero,hasta perder la vida, si es necesario para defender el futuro de la patria!
Lacasualidad a favor se se dio de la siguiente forma.
Mi tía, quevivía sola en un ranchito de barro y paja, una noche, mientras dormía, escuchóun ruido extraño. Prendió el candil y observó algo parecido a un cinto manchadoque sé movía. Tomó la horquilla que tenía al costado de la cama y la clavócontra la pared
Los tresdientes de la horquilla atravesaron el cuerpo del animal y también la pared. Mitía Apagó la luz y siguió durmiendo. Alotro día, cuando despertó, observó que una enorme serpiente, totalmentedesangrada, yacía al colgada de la pared, al costado de su cama.
El Turco yyo observamos al reptil por un largo rato. No recuerdo bien, si era negro conmanchas blancas o blanco con manchasoscuras. No tendría mas de un metro de longitud, quizás un metro veinte. Nosmiramos con mi amigo. Decidimos, esa noche llevar la víbora al pueblo y dejarlaen la plaza, en un lugar bien visible, con un cartel en el cual se podía leer.
Esta enorme serpiente fue muerta por
Rosendo Pereira Achaval
Ahora los niños de San Antonio
Pueden dormir en paz.
Terminó la amenaza.
Ocurrióalgo muy curioso, mucha gente se creyó aquello, tanto, que no era raroescucharlos discutir entre ellos.
—¡Viste la ñacaniná que mató Rosendo Pereira Achaval!
— Como la va a matar Rosendo, date cuenta chamigo,que Rosendo es un personaje.
—¡Qué! Me vas a discutir a mí. Andá y fijáte,después hablá.
Gracias aaquel hecho tan singular pudimos seguir con la obra varios meses más.
Continua...